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Un poco de Historia: Día de la Expropiación Petrolera

El entonces presidente de la República Mexicana reivindicó para el país azteca, esa gran riqueza del subsuelo que es el petróleo.
Refinerias de petróleo en México. (Foto: izanbar/Thinkstock)

El 18 de marzo de 1938, el presidente mexicano Lázaro Cárdenas decreta la expropiación petrolera, industria que estaba en manos extranjeras, y se enfrenta a grave crisis internacional, de la que sale triunfante México.

En efecto, el entonces presidente de la República Mexicana reivindicó para México esa gran riqueza del subsuelo que es el petróleo, detentada por intereses extranjeros debido a errores administrativos y políticos del pasado.

Fue a fines del siglo antepasado cuando en México se hallaron las primeras existencias del petróleo y se inició su explotación industrial.

Weetman Pearson, súbdito inglés, y Edward L. Doheny, ciudadano americano, fueron los primeros empresarios de esta nueva explotación productiva. El primero, empresario del Ferrocarril De Tehuantepec, obra que gozaba del apoyo y simpatía personal de Gral. Porfirio Diaz, entonces Presidente de la República, obtuvo una concesión para explotar petróleo en el Istmo de Tehuantepec, logrando en poco tiempo una gran producción. Hacia 1909, Pearson estableció una refinería en Minatitlán, Veracruz, base de la que después fue la poderosa Compañía Mexicana de Petróleo “El Águila” y fortaleza de la “Royal Duch Shell””, consorcio inglés del petróleo.

Doheny, inició perforaciones en 1900 en la región de Tuxpan, Veracruz, la comarca petrolera más rica del país junto con la potosina. Pronto estableció otra refinería, base de los poderosos intereses que en nuestro país tuvo la “Standar Oil”, el más importante consorcio de petróleo en Estados Unidos.

La parte de esta riqueza que se quedaba en México era insignificante, comparada con las enormes cantidades que iban a favorecer a otros países. Este hecho fui incubando entre los mexicanos una inevitable inquietud por retener en su beneficio este magnífico patrimonio. El Estado Mexicano, durante muchos años, legisló cada vez con más decisión para salvar esta riqueza mexicana que estaba yéndose al extranjero.

La Constitución de 1917, estableció la nacionalización del subsuelo sobre bases sólidas. Los esfuerzos del gobierno mexicano por reconquistar el petróleo se hicieron cada día más enérgicos y frecuentes. El Presidente Venustiano Carranza, creó la Comisión Técnica del Petróleo. Plutarco Elías Calles quiso poner en práctica esos principios constitucionales, por lo que expidió la Ley Petrolera; pero hubo que enfrentarse a dificultades internacionales muy serias debido a que las compañías solicitaron la protección de sus respectivos gobiernos. No obstante las amenazas, las compañías se vieron obligadas a reconocer las leyes mexicanas.

A medida que el tiempo pasaba, el conflicto se fue agravando ya que el gobierno mexicano, presionado por problemas económicos internos y por la clase trabajadora que exigía mejores sueldos y trato justo, pugnaba para lograr el reconocimiento y respeto a nuestras leyes constitucionales.

De 1926 a 1933, la industria petrolera tuvo que afrontar una sensible baja en el precio del petróleo, lo que vino a complicar más la situación pues los salarios de los trabajadores fueron bajados por las empresas con ese pretexto.

Ya en 1934 la situación internacional respecto al precio del petróleo mejoró, e incluso se superaron los niveles existentes en 1935; en cambio los salarios de los trabajadores no fueron mejorados, siendo prácticamente imposible sostenerse con ellos.

Esta nueva crisis la afrontó el Presidente Lázaro Cardenas. Las compañías se resistían a mejorar las condiciones de trabajo de sus obreros. El conflicto se planteó ante las autoridades de trabajo y estas, después de varios estudios y peritajes, comprobaron que las compañías sí tenían capacidad para pagar mejores salarios.

Sin embargo, las compañías no se sometieron ni al dictamen de la Suprema Corte de Justicia, y se negaron a acatar las resoluciones de los tribunales mexicanos. El gobierno no tuvo ya más camino que decretar la Expropiación de la industria, contando con un respaldo popular sin precedentes ya que todas las corrientes de la opinión política se unificaron en tono el progreso de México.

El pueblo no se equivocó en ese trance definitivo para México. El tiempo ha venido a confirmar la actitud patriótica de Cárdenas. Desde entonces la industria petrolera de México presentó esplendidos rendimientos, hasta llegar a ser considerada entre las diez más fuertes del mundo. Los trabajadores de petróleos mexicanos han alcanzado magnifico nivel de vida y hasta los noventa esta industria fue la principal fuente de ingresos de divisad para la nación mexicana. A partir del gobierno de Salinas de Gortari, quien modificó el artículo 27 Constitucional para permitir, de nuevo, la injerencia y participación de empresas transnacionales en este renglón, la industria petrolera ha ido de mal en peor. La corrupción sindical, auspiciada por su líder vitalicio y charro, Carlos Romero Deshamps, ha acelerado la debacle.

La Expropiación Petrolera del 18 de marzo de 1938, fue, pues, un acto benemérito y razón suficiente para recordar esta fecha con beneplácito y regocijo. Marcó un nuevo rumbo en nuestra historia brillante y hermosa, lástima que la política neoliberal y entreguista de los últimos años la esté manchando cada día más.

Escrito para 12 News por el Profesor Manuel Ignacio Espinoza González.

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