PHOENIX — OPINIÓN: Por generaciones y generaciones, sin importar la raza ni el color, se ha tachado a la mujer de ser el sexo débil. Al pensar de que forma expresarme del sexo femenino por este día que se celebra este bello ser, no pude dejar de cuestionarme, ¿en verdad somos el sexo débil?
Quizá la mayoría de las mujeres no podemos tener la misma fuerza física que tiene un hombre, y creo que como estamos hechos para complementarnos, la mujer requiere de otro tipo de fortaleza y muchas otras características que no tienen nada que ver con debilidad.
Desde niñas, quizá muchas requieran la fortaleza para ser el estereotipo de niña que la sociedad espera.
Esto me recuerda al personaje de Jean Louise “Scout” Finch del libro Como Matar a un Ruiseñor escrito por Harper Lee en 1960.
Scout tiene seis años al principio de esta historia. Ella vive con su padre y su hermano quien es unos cuantos años mayor que ella, su madre murió. La trama tiene lugar durante la Gran Depresión en un pueblo ficticio de Alabama.
Scout no es vista como una “niña normal” debido a que no usa vestido, zapatos de niña, en general no se comporta como una “niña” según opinan las damas del pueblo. Scout es descrita como una niña que juega con su hermano mayor, se pelea a golpes con otros niños y viste overoles, yo la visualizo hasta despeinada en ocasiones. Le incomoda portarse demasiado femenina y es una niña inteligente e inquieta.
Durante la niñez, muchas están encasilladas en jugar con muñecas, usar moños rosas, vestidos ampones, zapatos de charol y cuidado con ensuciarse, entre muchas otras cosas. O por lo menos, esos eran algunos de los estereotipos que yo recuerdo. Que cabe mencionar, no creo que encajaba en muchos de ellos, ni era forzada a hacerlo.
Además, las niñas tienen que aguantar escuchar que les dijeran a los varones, “si lloras eres niña”. ¿Nada más las mujeres tenemos el derecho de llorar? Yo le llamaría privilegio, ya que se dice que el llanto limpia el alma y también para llorar se necesita ser valiente.
Y una de las reglas que más me costaba trabajo, “no te debes maquillar o bailar hasta que tengas tu fiesta de 15 años”, con lo que me gustaba bailar, era un tormento para mí.
Ahora las cosas son muy diferentes en muchos hogares y culturas.
En muchas ocasiones me pregunto ¿Cómo fue para la Virgen María en sus tiempos?
Esa jovencita que a sus 15 años se casó, fue madre y años después vivió el peor de los tormentos al ver a su hijo Jesus ser insultado, golpeado y crucificado sintiendo la impotencia de no poder hacer nada. Eso requirió de mucha fortaleza, de mucha entrega, de mucho sacrificio y mucho más. Yo considero a María, no solo un ejemplo de mujer, sino también un gran ejemplo de madre y de mujer creyente.
Un personaje de la historia, quien me fue introducido por mi hija mayor hace años y me cautivó su vida fue Harriet Tubman. Una mujer afroamericana, esclava, a quien su dueño se reusó en liberar y forzándola a escaparse. Tubman fue una mujer fuerte, no solo de carácter, sino de fortaleza y seguridad interna. Pero lo que, ante mis ojos la hace más mujer, fue el arriesgar su vida por ayudar a cientos de esclavos a escapar y vivir en libertad arriesgando la libertad que con mucho esfuerzo logró conseguir, además de arriesgar su propia vida.
Y así sucesivamente puedo continuar con una lista larguísima de mujeres que han demostrado a la sociedad que no somos el sexo débil, pero ¿para que demostrarle a alguien? ¿En verdad es necesario?
No, no somos el sexo débil.
Porque sacamos fortaleza para luchar contra las adversidades, para dar un abrazo a nuestras amigas y servirles de apoyo aun cuando nosotras mismas lo necesitamos.
Porque podemos aguantarnos el hambre para que nuestros hijos coman.
Porque nos desprendemos de lo que tengamos para dárselo a quien más lo necesita.
Porque reímos cuando por dentro estamos destrozadas y no por ser hipócritas, sino por no preocupar a nuestros seres queridos.
Porque nos levantamos aun cuando no tenemos fuerza ni para abrir los ojos.
Porque lloramos mientras nos bañamos o cuando todos están dormidos y en silencio para volver a agarrar fuerzas y recargar baterías.
Porque nos alegramos de los logros de nuestras amigas, hijas, y hermanas como si fueran propios.
Porque nos convertimos en leonas cuando alguien quiere dañar a nuestros seres queridos mientras los protegemos con dulce ternura.
Porque en un día podemos ser enfermeras, madres, psicólogas, taxistas, porristas, cocineras, amas de casa, maestras, profesionales, amigas, hijas, esposas y pañuelo de lágrimas, sin recibir un centavo por ello.
¿Eso es ser el sexo débil?
Feliz de ser parte de este grupo que nos llamamos MUJERES.
¡Feliz Día Mujer!🥂
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